UN GATO EN CASA
Cuando
hayamos decidido emprender la maravillosa aventura de tener un gato en nuestro
hogar, previa meditación seria y responsable de las obligaciones a las que nos
estaremos comprometiendo y repasando minuciosamente la serie de cambios e
inconvenientes que esta adopción puede acarrearnos. Debemos también saber que
tendremos que contar con la absoluta unanimidad de todas las personas que vivan
con nosotros en el hogar. Esta condición, que puede parecer banal, es
absolutamente necesaria para evitar discusiones, enojos y la posible orfandad
de un animalito ya crecido y difícil de “ubicar” en otra casa. Supuestas
superadas todas las consideraciones previas, debemos buscar el animalito que
queremos cuidar. Nunca debe realizarse a la inversa y conmovidos por una falsa
afectividad adoptar un gatito que nos ofrezca algún conocido, llevándolo a casa
sin prever las consecuencias. La disponibilidad económica será, en muchos
casos, condicionante para que nuestro gato sea un persa o un siamés u otra raza
con particularidades o cuidados especiales, o bien un mestizo vivaracho e
inteligente, que nos regala algún conocido, cuya gata haya tenido una camada
numerosa o que haya sido abandonado.
Aunque casi
todas las razas presentan características de comportamiento bastante similares,
hay sutiles particularidades que no son tan evidentes como en razas caninas y
se asemejan más al patrón etimológico de la especie. Los gatos de raza
generalmente son elegidos por características estéticas que por su
comportamiento.
Castración:
habitando en un piso o departamento de una gran ciudad y si no disponemos de
una amplia terraza o nos queremos dedicar comercialmente a la cría de gatos de
raza, lo más aconsejable es tener una mascota de carácter tranquilo, apacible,
que no rompa con la armonía del hogar o genere daños u olores desagradables al
ambiente.
Tanto los
machos como las hembras tienen una sexualidad muy intensa y sus manifestaciones
pueden resultar desagradables y molestas para nosotros y nuestros vecinos.
Suponiendo
que el sexo de nuestra mascota sea femenino, las probabilidades de encontrarnos
con camadas de gatitos inesperadas son más que elevadas. La castración no
supone para el animalito ningún peligro, en la mayoría de los casos aumenta las
expectativas de vida y hace más apacible de sus dueños.
A partir de
los tres meses de edad, pero siempre bajo la supervisión y consejo del profesional
de confianza, se llevará al gatito a su clínica, para que proceda a la
esterilización, mediante una sencilla intervención. Insistimos en que cuanto
más jóvenes son los animales es más sencilla la cirugía y menos estresante para
la mascota. De cualquier manera, el profesional será quien indicará el mejor
momento para realizarla.
Preparativos
para el recién llegado: Si nuestro gato es un precioso y juguetón gatito, ya
destetado, sólo requerirá una cesta para dormir, su caja sanitaria con paredes
de poca altura para que pueda entrar y salir con facilidad y un “rascador” en
el que pueda realizar ejercicio.
Debe evitarse que juegue con objetos que
encuentre en la casa, o como los tradicionales ovillos de lana, ya que los
gatos se lamen el pelaje y la piel para su aseo, por lo que cualquier elemento
que quede adherido a los mismos y pueden provocarle obstrucciones intestinales
de graves consecuencias. También daños en la boca, obstrucciones y ahogamiento
por fragmentos de objetos y otras lesiones. Si queremos que juegue sin peligro
recurriremos a juguetes especialmente diseñados para gatos, que podemos encontrar
y adquirir en este sitio.